Flores arrancadas de la niebla lleva consigo toda la sensación del
desarraigo y del exilio experimentado en carne propia por Arístides Vargas, ese
gran dramaturgo Argentino que incluye en sus obras el destierro de un modo recurrente;
casi como buscando una respuesta, una verdad.
Raquel y Aída son dos mujeres que
empiezan de nuevo y en ese andén la vida las une, como se unen y se amontonan
las almas en el exilio; buscando un poquito de patria aunque sea en alguien que
acompañe, para que no duela tanto el destierro.
Maider Lekunberri y Maitane Perez
son las protagonistas que interpretan modos diferentes de enfrentar ese vacío,
esa soledad de pertenecer a ningún sitio; algunos sin poder soltar el recuerdo y
en cambio otros aferrándose con fuerza a él para no caer en el olvido.
Con una escenografía tan austera
como funcional -de pocos elementos pero bien logrados - la obra logra enfocar
su atención en una historia de amor a su tierra, pero a la vez de enojo con
ella.
Desde el bello título ya se anticipa
la poesía de un texto profundo pero con momentos de humor para alivianar el peso
de éste viaje. El grupo oriundo de Pamplona La Cuerda Teatro, nos brinda ésta vez con la dirección de Maite Redín
un instante para pensar y reflexionar el desarraigo.
Por Carina Polo
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