domingo, 3 de noviembre de 2013

Jugar con fuego…

A la hora de la siesta, mientras los adultos duermen lo niños aprovechan para jugar; libres y sin censura son protagonistas, cómplices y víctimas de juegos que son de mentira pero se hacen verdad, una verdad difícil de digerir pero no por eso menos cierta.

Virginia Lombardo hoy directora de la obra que supo protagonizar en el año 1976  - y que fue prohibida por la dictadura militar en 1978- propone el clásico argentino de Roma Mahieu en una puesta más vigente que nunca.  Protagonizada por Erica Hardt, Romina Palermo, Daniela Santini, Cecilia García Moreno, Fiorella Camji, Caludia Blanco, Cande Llona y Florencia Taboada.  Ocho mujeres que se entregan por completo a una puesta diferente, la densidad femenina se hace sentir.   El erotismo y sadismo también son protagonistas de la obra.  Una metáfora sobre la infancia y la violencia, sobre la ingenuidad y la impunidad en un juego de niños que resulta fatal.

Juegos a la hora de la siesta, permite reflexionar sobre los niños y sus juegos, sobre los roles bien definidos pero híbridos al mismo tiempo, sobre el bulling (tan actual por estos tiempos).  Cecilia García Moreno interpreta a Andrea, la líder del grupo, siniestra y autoritaria ella es la ley y así lo hace sentir, con gestos abusivos haciendo uso de discriminaciones y humillaciones, mantiene a cada una en su lugar, Cecilia GM consigue mantener expectante al público que aún ignorando el parentesco (sobrina) con Charly García, podrá percibir que lleva el arte y la intensidad en la sangre.  Florencia Taboada encarna uno de los personajes más delicados, ella es Juli “la subnormal”, víctima permanente de la burlas y chistes de mal gusto, quien a causa de su extrema ingenuidad, es convertida en el chivo expiatorio del grupo, aunque será el personaje de Romina Palermo –acusada de ser la hija de una prostituta- la depositaria de la saña grupal.

En las tardes mientras todos duermen, el sucucho  es el sitio donde las niñas juegan: a ser grandes, a ser niñas, a casarse –cabe destacar la increíble voz de Cande Llona para entonar el Ave María-, a ser estatuas, a ser santas y a ser putas.  El espectador de modo inevitable recuerda su propia infancia, sus propios juegos y hasta puede sentirse identificado sin saber que lo análogo resultará peligroso. 

Juegos a la hora de la siesta es una obra intensa, profunda y reflexiva, una puesta donde cada protagonista se entrega de lleno al personaje convirtiendo en verdad esos juegos infantiles que empiezan con inocencia pero que terminan de la peor manera.


 Por Carina Polo

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