Lejos de toda la solemnidad de la educación escolar, Mario
Diament toma el encuentro de los libertadores de América San Martín y Bolivar,
ubicándolos en su misteriosa reunión en Guayaquil y junto a Manuel Iedvabni nos
invita a explorar otra historia. Como el
autor ya nos tiene acostumbrados ahonda en el factor humano, sus pasiones, sus debilidades y por qué no,
sus miserias.
El público se mantiene expectante durante toda la obra,
sorprendidos por ésta nueva manera de mirar la historia. Edgardo Moreira (San Martín) interpreta de modo
extraordinario, un Libertador mucho más humano, algo arrogante y
apasionado. Intenso en su relación con
la batalla y con el amor. Por otra parte
Bolivar, interpretado por Pablo Razuk se apersona como un ambicioso y soberbio
Libertador.
Ambos héroes de la historia
latinoamericana van diseñando sus propias estrategias durante toda la obra, en
un recurso muy bien logrado, con la iluminación y la escenografía, en un gran
juego de dirección, en donde a modo de jugada cada uno especula el movimiento
del otro; y es aquí donde se tornan de vital importancia Rosa Campuzano
(Georgina Rey) quien mantenía una relación con San Martín y Manuela Saenz (Ana Yovino) quien fue la
compañera de Bolivar. Ambas mujeres
serán mucho más que una compañía.
Desatarán amores, pasiones y deseos que cambiarán el rumbo de la
historia.
Todo comienza con un historiador que intenta reconstruir la
historia de Guayaquil, sobre la que no hay documentación y un chal rojo, será
la puerta que se abrirá a la luz de la verdad y sus turbulentas pasiones.
Por Carina Polo
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