Los acordes de la guitarra anticipan su llegada, a media luz la voz de
Geraldine Farhat se convierte en dulce melodía que inunda toda la sala. La
tragedia, el amor, la locura y el desamparo son algunas de las emociones de las
que se vale la obra para contar las historias a través de canciones populares.
Cartas en el aire, en un gran trabajo poético que se nutre del acompañamiento
de la guitarra como vehículo para atravesar las diferentes situaciones tan
humanas como cotidianas pero de una forma tan lírica como elocuente.
Cabe destacar el inconmensurable trabajo en escena de Geraldine Farhat,
quien se desdobla en infinidad de personajes con una habilidad casi esquizofrénica
y consigue conmover al público, tanto con sus brillantes interpretaciones, como
también con la virtud de su voz, plena en matices que le aportan el ingrediente
justo, erizando la piel del espectador en cada escena. Además de cantar en
varios idiomas, cada personaje deviene en un cambio de vestuario (Nora Pavón)
que implica una dificultad que no se percibe como tal, cuestión que más la
engrandece.
La guitarra de Nico Rodriguez armoniza el espectáculo, aportando luz y
sombras a cada interpretación, cada acorde parece querer decir algo, que en
conjunto cierra la obra. Vale aclarar
que algunas de las canciones son de autoría de Geraldine y Nico.
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